viernes, 9 de diciembre de 2011

Fundamentos para una República amorosa.


Fundamentos para una república amorosa
Andrés Manuel López Obrador La Jornada / 6-12-11

La decadencia que padecemos se ha producido, tanto por la falta de oportunidades de empleo, estudio y otros satisfactores básicos como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales. Por eso nuestra propuesta para lograr el renacimiento de México tiene el propósito de hacer realidad el progreso con justicia y, al mismo tiempo, auspiciar una manera de vivir, sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.

Es sabido que los seres humanos necesitan bienestar. Es prácticamente aceptado por todos que nadie puede ser feliz sin tener trabajo, alimentación o cualquier otra necesidad, material o biológica. Un hombre en la pobreza piensa en cómo sobrevivir antes de ocuparse de tareas políticas, científicas, artísticas o espirituales.

Pero también es incuestionable que el sentido de la vida no se reduce sólo a la obtención de lo material, a lo que poseemos o acumulamos. Una persona sin apego a una doctrina o a un código de valores, no necesariamente logra la felicidad. Inclusive, en algunos casos, el triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole, conduce a una vida vacía y deshumanizada. De ahí que deberá buscarse siempre el equilibrio entre lo material y lo espiritual: procurar que a nadie le falte lo indispensable para la sobrevivencia y cultivar nuestros mejores sentimientos de bondad.

Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor. Honestidad y justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; y el amor para promover el bien y lograr la felicidad.

La honestidad es la mayor riqueza de las naciones y, en nuestro país, este valor se ha venido degradando cada vez más. Aunque esto atañe a todos los sectores sociales, es, sin duda, la deshonestidad de los gobernantes y de las élites del poder, lo que más ha deteriorado la vida pública de México, tanto por el mal ejemplo como por la apropiación de bienes y riquezas de la colectividad. Inclusive puede afirmarse que la inmoralidad es la causa principal de la desigualdad y de la actual tragedia nacional. Dicho en otras palabras: nada ha deteriorado más a México que la corrupción política.

No obstante, siendo éste el principal problema del país y, aunque resulte increíble, es un tema que no aparece en la agenda nacional. Se habla de reformas estructurales de todo tipo, pero este grave asunto no se considera prioritario. Es más, no es tema en el discurso político, por el contrario, en la actualidad se ha extendido la especie del regreso del PRI, con la creencia de que ellos roban pero dejan robar y en el contexto de la máxima, según la cual, quien no transa no avanza.

Aunque se vive en el llamado mundo de la globalidad, tampoco se piensa en importar ejemplos de países y gobiernos que han tenido éxito en hacer de la honestidad el principio rector de su vida pública. En la información más reciente sobre índices de la percepción de la corrupción en 182 países del mundo, mientras Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia y Suecia ocupan los primeros lugares en honestidad, México ocupa el lugar 100. Y, como es obvio, ellos tienen mejores niveles de bienestar. Pero lo paradójico y absurdo es que en la sociedad mexicana existe este valor y ni siquiera tendríamos que importarlo. Es decir, si hubiese voluntad para aprovechar las bondades de la honestidad, sólo sería cosa de exaltarla, de cultivarla entre todos y hacerla voluntad colectiva.

En los pueblos del México profundo se conserva aún la herencia de la gran civilización mesoamericana y existe una importante reserva de valores para regenerar la vida pública. Me consta que hay comunidades donde las trojes que se usan para guardar el maíz están en el campo, en los trabajaderos, lejos del caserío y nadie piensa en apropiarse del trabajo ajeno. En muchos lugares, hasta hace poco, no se tenía noción del robo. Aquí cuento que recientemente un joven compañero de Morena olvidó su cartera en el revistero de un avión comercial y días después recibió la llamada de un campesino migrante desde un lugar de California para informarle que él había encontrado su cartera con sus datos y dinero. El campesino migrante, originario de una comunidad de Veracruz, le preguntó sobre cuánto llevaba en la cartera y una vez aclarado el asunto se la envió a su domicilio. Mi joven compañero le preguntó al migrante, que apenas hablaba bien el español, por qué lo hacía. Le contestó que sus padres le habían enseñado a hacer el bien sin mirar a quién y que si actuaba así tendría en la vida una recompensa mayor.

Por ello digo que la honestidad es una virtud que aún poseemos y sólo es cosa de revalorarla, de darle su lugar, de ponerla en el centro del debate público y de aplicarla como principio básico para la regeneración nacional. Elevar la honestidad a rango supremo nos traería muchos beneficios. Los gobernantes contarían con autoridad moral para exigir a todos un recto proceder, nadie tendría privilegios. Se podría aplicar un plan de austeridad republicana para reducir los sueldos elevadísimos de los altos funcionarios públicos y eliminar los gastos superfluos.

Asimismo, con este imperativo ético por delante se recuperarían recursos que hoy se van por el caño de la corrupción y se destinarían al desarrollo y al bienestar del pueblo.

La justicia. Todavía es vigente la frase bíblica de Madero de que el pueblo de México tiene hambre y sed de justicia. Es la demanda incumplida, pendiente, a pesar de la Revolución y de toda la retórica de los gobiernos posteriores. Tampoco aparece en la agenda de la llamada clase política. No obstante, es la sombra que nos persigue, que nos impide estar bien con nuestras conciencias y ser más humanos.
La pobreza en México es una amarga realidad, entristece, parte el alma y se encuentra por todos lados. Está presente en los estados del norte, donde antes no había tanta. Es notoria en las colonias populares de grandes concentraciones urbanas y de las ciudades fronterizas; en el campo de Zacatecas, Nayarit y Durango; predomina en el centro, en el sur y en el sureste del país, sobre todo en comunidades indígenas. En todas partes la gente no tiene oportunidades de empleo y se ve obligada a emigrar de sus comunidades, abandonando a sus familias, costumbres y tradiciones. La producción de autoconsumo, los programas de apoyo gubernamental y la ayuda que reciben quienes tienen familiares en el extranjero, no alcanza más que para sobrevivir. No hay para el pasaje, la medicina, para pagar el gas, el recibo de la luz, ni mucho menos para comer bien.

En México la falta de justicia debe avergonzarnos más porque no existe ninguna razón natural o geográfica que la justifique. Nuestro país, a pesar de que lo han saqueado por siglos, todavía es de los que poseen más recursos naturales en el mundo. En todo su territorio hay riquezas: en el norte, minas de oro, plata y cobre; en el sur, agua, gas y petróleo y, en todos lados, el pueblo cuenta con cultura, vocación de trabajo y con una inmensa bondad. De modo que la pobreza no puede atribuirse a la falta de recursos, a la fatalidad, al destino o a la supuesta flojera e indolencia de los mexicanos. Como hemos dicho, se debe a la corrupción imperante y a la economía de elite que sólo beneficia a una pequeña minoría. Lo más lamentable es que, aun con el sufrimiento que implica esta política económica, se insiste en perpetuarla a cualquier costo.

Hay una estrategia deliberada para ocultar hasta lo evidente. No se difunden las cifras oficiales que demuestran cómo la llamada política neoliberal nos llevó a la ruina y a un mayor deterioro de la convivencia social. No se dice que en los pasados 15 años, por ejemplo, solo se han generado anualmente 500 mil empleos formales en promedio, cuando se requieren un millón 200 mil. Es decir, cada año 700 mil mexicanos han tenido que emigrar, buscarse la vida en la economía informal o tomar el camino de las conductas antisociales. Tampoco se habla de que hoy 67 por ciento de los trabajadores con empleo, siete de cada 10, reciben ingresos que no superan los tres salarios mínimos, o sea, 13 dólares o 10 euros diarios. Con esos sueldos nadie podría vivir en Estados Unidos ni en Europa.

Por ello, insisto, lo que más desespera y molesta es que quienes realmente gobiernan no hacen nada para evitar el deterioro sistemático de los niveles de vida. Este año, por mantener el negocio de unos cuantos en la compra de los combustibles en el extranjero, va a aumentar la gasolina, el diesel y el gas al doble de la inflación, y como resultado continúa la pérdida del poder adquisitivo del salario. En el más reciente reporte del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM se sostiene que un salario mínimo hace 29 años alcanzaba para comprar 51 kilos de tortilla, o 250 piezas de pan blanco, o 12 kilos de frijol bayo; y ahora, sólo alcanza para adquirir cinco kilos de tortilla o 25 piezas de pan blanco o tres kilos de frijol. De ese tamaño ha sido el empobrecimiento de la gente.
Pero quizá lo que más revela la insensibilidad y el desprecio por la gente, es la forma en que se enfrenta la crisis de inseguridad y de violencia. El gobierno y las elites del poder son incapaces de aceptar que la pobreza y la falta de oportunidades de empleo y bienestar originaron este estallido de odio y resentimiento. Y, como es obvio, menos les importa atender las causas del problema.

Por el contrario, en una especie de enajenación autoritaria, pretenden resolverlo con medidas coercitivas, enfrentando la violencia con la violencia, como si el fuego se pudiese apagar con fuego. Se dicen creyentes, pero olvidan que no es la violencia, sino el bien, lo que suprime el mal.

A este pensamiento hipócrita y conservador, debemos oponer el criterio de que la inseguridad y la violencia sólo pueden ser vencidas con cambios efectivos en el medio social y con la influencia moral que se pueda ejercer sobre la sociedad en su conjunto. No hay más que combatir la desigualdad para tener una sociedad más humana y evitar la frustración y las trágicas tensiones que provoca. Estamos, pues, preparados y decididos a resolver la actual crisis de inseguridad y de violencia. Lo haremos bajo el principio de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia. La solución de fondo, la más eficaz y la más humana, pasa por enfrentar el desempleo, la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y por incorporar a los jóvenes al trabajo y al estudio.

El amor. Como hemos sostenido, la crisis actual se debe no sólo a la falta de bienes materiales sino también por la pérdida de valores. De ahí que sea indispensable auspiciar una nueva corriente de pensamiento para alcanzar un ideal moral, cuyos preceptos exalten el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.

La descomposición social y los males que nos aquejan, no sólo deben contrarrestarse con desarrollo y bienestar y medidas coercitivas. Lo material es importante, pero no basta: hay que fortalecer los valores morales.

A partir de la reserva moral y cultural que todavía existe en las familias y en las comunidades del México profundo, y apoyados en la inmensa bondad que hay en nuestro pueblo, debemos emprender la tarea de exaltar y promover valores individuales y colectivos. Es urgente revertir el desequilibrio que existe entre el individualismo dominante y los valores orientados a hacer el bien en pro de los demás.

Yo sé que este tema es muy polémico, pero creo que si no se pone en el centro de la discusión y del debate, no iremos al fondo del problema. Tenemos que convencer y persuadir que si no buscamos alcanzar un ideal moral, no se podrá transformar a México. Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo, codicia y odio que se viene extendiendo cada vez más y que nos ha llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación.

Quienes piensan que este tema no corresponde a la política, olvidan que la meta última de la política es lograr el amor, hacer el bien, porque en ello está la verdadera felicidad. Baste señalar que, desde 1776, en la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, se propone como uno de sus objetivos fomentar la felicidad, a fin de formar una unión más perfecta. En el artículo primero de la Constitución francesa de 1793 se menciona que el fin de la sociedad es la felicidad común. Asimismo, en nuestra Constitución de Apatzingán de 1814, se estableció el derecho del pueblo a la felicidad.

Hay también quienes sostienen que hablar de fortalecer los valores espirituales es inmiscuirse en el terreno de lo religioso. La respuesta sobre este asunto la da Alfonso Reyes, de manera magistral, en su Cartilla Moral. Dice que el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general. El bien no sólo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo.

En los pueblos de Oaxaca, por ejemplo, los miembros de la comunidad practican sus creencias religiosas y, al mismo tiempo, trabajan en obras públicas y en cargos de gobierno, sin recibir salario o sueldo, motivados por el principio moral de que se debe servir a los demás, a la colectividad. No domina el individualismo; la persona no vale por lo que tiene o por los bienes materiales que acumule, sino por el prestigio que logra después de probar su vocación de servicio, su rectitud y el amor a sus semejantes, y esa es su mayor recompensa en la tierra.

Luego entonces, el propósito es contribuir en la formación de mujeres y hombres buenos y felices, con la premisa de que ser bueno es el único modo de ser dichoso. El que tiene la conciencia tranquila duerme bien, vive contento. Debemos insistir en que hacer el bien es el principal de nuestros deberes morales. El bien es una cuestión de amor y de respeto a lo que es bueno para todos.

Además, la felicidad no se logra acumulando riquezas, títulos o fama, sino estando bien con nuestra conciencia, con nosotros mismos y con el prójimo.

La felicidad profunda y verdadera no consiste en los placeres momentáneos y fugaces. Ellos aportan felicidad sólo en el momento que existen y después queda el vacío de la vida que puede ser terriblemente triste y angustioso. Cuando se pretende sustituir la entrega al bien con esos placeres efímeros puede suceder que éstos conduzcan a los vicios, a la corrupción y que aumente más y más la infelicidad humana. En consecuencia, es necesario centrar la vida en hacer el bien, en el amor, y a su vez, armonizar los placeres que ayudan a aliviar las tensiones e insatisfacciones de la vida.

José Martí decía que el autolimitarnos, la doma de sí mismo, forja la personalidad, embellece la vida y da felicidad. Pero en caso de conflicto o cuando se tiene que optar, inclinarse por el bien ha de predominar sobre los placeres momentáneos. Por eso es muy importante una elaboración libre, personal, sobre lo que constituye el bien para cada uno de nosotros, según sea nuestra manera de ser y de pensar, nuestra historia vital y nuestras circunstancias sociales.

Sin embargo, existen preceptos generales que son aceptados como fuente de la felicidad humana. Alfonso Reyes, en su Cartilla Moral, los aborda desde el más individual hasta el más general, desde el más personal hasta el más impersonal, podemos imaginarlos, dice, como una serie de círculos concéntricos, comenzamos por el interior y vamos tocando otro círculo más amplio. Según Reyes, son seis preceptos básicos los que forman parte del código del bien: el respeto a nuestra persona en cuerpo y alma; el respeto a la familia; el respeto a la sociedad humana en general, y a la sociedad en particular; el respeto a la patria; el respeto a la especie humana; y el respeto a la naturaleza que nos rodea.

Mucho antes, León Tolstoi en su libro Cuál es mi fe, sostenía que son cinco las condiciones para la felicidad terrenal admitidas generalmente por todo mundo: el poder gozar del cielo, del sol, del aire puro, de toda la naturaleza; el trabajo que nos gusta y hemos elegido libremente; la armonía familiar; la comunión libre y afectuosa con todos los hombres; la salud, y la muerte sin enfermedad.

Por supuesto que hay otros preceptos que deben ser exaltados y difundidos: el apego a la verdad, la honestidad, la justicia, la austeridad, la ternura, el cariño, la no violencia, la libertad, la dignidad, la igualdad, la fraternidad y a la verdadera legalidad. También deben incluirse valores y derechos de nuestro tiempo, como la no discriminación, la diversidad, la pluralidad y el derecho a la libre manifestación de las ideas. Y en todo ello, no dejar de admitir que en nuestras familias y pueblos existe una reserva moral de importantes valores de nuestras culturas que se han venido forjando de la mezcla de distintas civilizaciones y, en particular, de la admirable persistencia de la gran civilización mesoamericana.

En suma, estos fundamentos para una república amorosa deben convertirse en un código del bien. De ahí que hagamos el compromiso de convocar con este propósito a la elaboración de una constitución moral a especialistas en la materia, filósofos, sicólogos, sociólogos, antropólogos y a todos aquellos que tengan algo que aportar al respecto, como los ancianos venerables de las comunidades indígenas, los maestros, las padres y madres de familia, los jóvenes, los escritores, las mujeres, los empresarios, los defensores de la diversidad y de los derechos humanos, los practicantes de todas las religiones y los libre pensadores.

Una vez elaborada esta constitución moral, debemos hacer el compromiso de fomentar estos valores mediante todos los medios posibles. Introducir en la enseñanza la educación moral, darle toda la importancia que tienen materias como el civismo, la ética y la filosofía; propagar virtudes y destacar ejemplos positivos en los medios de comunicación. El propósito no sólo es frenar la corrupción política y moral que nos está hundiendo como sociedad y como nación, sino establecer las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad.

Cambio Climático reto mundial


Posiciones encontradas en Durban sobre Protocolo de Kyoto
DURBAN, Sudáfrica, 7 de diciembre.— Países subdesarrollados y naciones industrializadas enfrentaron hoy sus posiciones en torno al segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto, el tema más espinoso de la XVII Conferencia ambiental de la ONU (COP17).

"Las emisiones globales de CO2 siguen aumentando y un 80 % de ellas las emiten 19 países del planeta", expresó el vicepresidente iraní Mohammad Java Mohammadi, en el segmento de alto nivel del foro.

Los acuerdos bilaterales que se puedan alcanzar en materia de mitigación no deben sustituir un tratado multilateral como el suscrito en Kyoto, acotó.

En igual sentido se pronunciaron los representantes de los territorios insulares, en sintonía con la postura del Grupo de los 77 más China.

En el frente opuesto, el ministro canadiense de Medio Ambiente, Peter Kent, reafirmó su voluntad de seguir la actitud de Washington, desconocedor del pacto, y recordó a la audiencia que Estados Unidos es su socio comercial más importante. Canadá tiene deseos de encontrar soluciones "constructivas", pero que no sean el pacto de Kyoto, dijo.

Japón, cuyo país paradójicamente fue la cuna del Protocolo, también reiteró que no participará en un segundo periodo de compromisos u otros arreglos equivalentes a ese documento. Sin embargo, se pronunció por seguir disfrutando de instrumentos de flexibilidad existentes en el documento, como el mecanismo de desarrollo limpio, que concede facilidades a los países desarrollados para disfrutar del mercado de carbono.

Por otra parte, México, Brasil y Centroamérica subrayaron la necesidad de activar el nuevo Fondo Verde para el Clima (FVC), uno de los asuntos que centran las negociaciones de la COP17.

Felipe Calderón, pidió al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que medie con EE.UU. y Arabia Saudita para lograr la aprobación del Fondo, agregó EFE.

La ONG Oxfam acusó a EE.UU. de "poner obstáculos" en la negociación, "condenando al Fondo a empezar como una caja vacía".

Brasil fue designado por la Presidencia de la COP17, como negociador para la búsqueda de un acuerdo que frene el calentamiento global que afecta actualmente al planeta. El negociador jefe brasileño, embajador Alberto Figueredo, señaló que el principal obstáculo para el avance de las negociaciones es la definición de cómo los principales países contaminantes se comprometen a frenar las emisiones de gases que provocan el calentamiento global, añade Telesur.

viernes, 2 de diciembre de 2011

COMUNIDAD DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS, PARA HACER ESA MURALLA


Celac: hacia una civilización fraterna

Ángel Guerra Cabrera La jornada 1° de diciembre de 2011



Mañana se inicia en Caracas una jornada histórica de nuestra América. Los 33 jefes de Estado y de gobierno de la región dejarán constituida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organización de concertación política e integración que reúne por primera vez a esos estados exclusivamente. Han debido transcurrir dos siglos del inicio de nuestras gestas independentistas, de que Bolívar plasmara en la Carta de Jamaica (1815) el sueño de formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue todas sus partes entre sí y con el todo, 185 años del Congreso de Panamá, postrer intento del Libertador de hacer realidad aquel sueño; 120 años desde que Martí abogara en Nuestra América por el mismo objetivo: ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas¡

La constitución de la Celac es el reflejo institucional de un nivel cualitativamente superior en la larga lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe por su emancipación, integración y unidad. Expresa también la creación de una correlación regional y mundial de fuerzas bastante más desfavorable al ejercicio de la hegemonía de Estados Unidos de la existente hasta fines de la década de los años 90 cuando la fiesta neoliberal parecía interminable y algunos llegaron a creerse la fábula del fin de la historia.

Grandes movimientos populares antineoliberales al sur del río Bravo y sus combativas luchas condujeron al surgimiento de un conjunto de gobiernos con vocación social y más independientes de Washington. Estimularon la elevación de la conciencia latinoamericanista, antimperialista e incluso anticapitalista en nuestra región. La victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela y la derrota del golpe de Estado y el golpe petrolero de 2002 –orquestados por Bush y Aznar– marcaron el giro hacia la configuración del actual escenario geopolítico de América Latina, impulsado por la heroica resistencia de Cuba y consolidado por la llegada de Lula da Silva a la presidencia de Brasil y Néstor Kichner a la de Argentina. La derrota del ALCA en Mar del Plata, plan de recolonización yanqui de América Latina y el Caribe, marcó un hito histórico en la segunda independencia de Latinoamérica y un punto de no retorno.

Estimuló o reforzó nuevas victorias populares que llevaron al gobierno a Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega y permitieron la ampliación de la Alba, nuevo tipo de integración impulsada por Venezuela y Cuba fundada en la solidaridad, la cooperación y el intercambio justo, inspirada en la voluntad de reivindicar un socialismo renovado. Unidos a los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, y más recientemente Perú, ha hecho posible dar un impulso sin precedente a la integración latinoamericana, manifestada en la creación de la Unasur, la extensión de la Alba hacia América Central y el Caribe, y la gestación del proyecto de la Celac. Los gobiernos de derecha han comprendido la necesidad de participar de esta tendencia, cuando menos formalmente, para no quedar aislados del concierto latinocaribeño.

La Celac encarnará la voz independiente de nuestra región en el mundo multipolar en gestación, no la subordinada típica de la OEA y el TIAR, con su historial al servicio de los intereses de Washington, justificando sus intervenciones sangrientas y acogiendo a sus dictaduras militares amigas. La nueva organización se nutre de las experiencia de la Alba, la Unasur, el Caricom y el Grupo de Río, prueba de lo enriquecedoras que resultan la unidad y la pluralidad latinocaribeñas a la hora de concertar acciones comunes y entendimientos colectivos sobre el fondo unificador de una historia de luchas contra la explotación colonial y neocolonial y comunes raíces culturales indo-afro-europeas.

La Celac nace cuando más se le necesita para enfrentar la gigantesca crisis del sistema capitalista y sentar en nuestra comunidad de 500 millones de seres humanos los fundamentos de una nueva civilización amistosa con la naturaleza donde quepamos todos con paz, justicia y dignidad. Para la Celac, el desafío consistirá en mantenerse unida por sobre diferencias ideológicas, viejos agravios por territorios heredados del pasado, posibles tentaciones hegemónicas internas y los feroces intentos que, sin lugar a dudas, realizarán Estados Unidos y las derechas por dinamitarla. Soy optimista, apuesto por el éxito de la nueva comunidad.

aguerra_123@yahoo.com.mx

COMUNIDAD DE ESATDOS

Celac: hacia una civilización fraterna

Ángel Guerra Cabrera La jornada 1° de diciembre de 2011

Mañana se inicia en Caracas una jornada histórica de nuestra América. Los 33 jefes de Estado y de gobierno de la región dejarán constituida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organización de concertación política e integración que reúne por primera vez a esos estados exclusivamente. Han debido transcurrir dos siglos del inicio de nuestras gestas independentistas, de que Bolívar plasmara en la Carta de Jamaica (1815) el sueño de formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue todas sus partes entre sí y con el todo, 185 años del Congreso de Panamá, postrer intento del Libertador de hacer realidad aquel sueño; 120 años desde que Martí abogara en Nuestra América por el mismo objetivo: ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas¡

La constitución de la Celac es el reflejo institucional de un nivel cualitativamente superior en la larga lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe por su emancipación, integración y unidad. Expresa también la creación de una correlación regional y mundial de fuerzas bastante más desfavorable al ejercicio de la hegemonía de Estados Unidos de la existente hasta fines de la década de los años 90 cuando la fiesta neoliberal parecía interminable y algunos llegaron a creerse la fábula del fin de la historia.

Grandes movimientos populares antineoliberales al sur del río Bravo y sus combativas luchas condujeron al surgimiento de un conjunto de gobiernos con vocación social y más independientes de Washington. Estimularon la elevación de la conciencia latinoamericanista, antimperialista e incluso anticapitalista en nuestra región. La victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela y la derrota del golpe de Estado y el golpe petrolero de 2002 –orquestados por Bush y Aznar– marcaron el giro hacia la configuración del actual escenario geopolítico de América Latina, impulsado por la heroica resistencia de Cuba y consolidado por la llegada de Lula da Silva a la presidencia de Brasil y Néstor Kichner a la de Argentina. La derrota del ALCA en Mar del Plata, plan de recolonización yanqui de América Latina y el Caribe, marcó un hito histórico en la segunda independencia de Latinoamérica y un punto de no retorno.

Estimuló o reforzó nuevas victorias populares que llevaron al gobierno a Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega y permitieron la ampliación de la Alba, nuevo tipo de integración impulsada por Venezuela y Cuba fundada en la solidaridad, la cooperación y el intercambio justo, inspirada en la voluntad de reivindicar un socialismo renovado. Unidos a los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, y más recientemente Perú, ha hecho posible dar un impulso sin precedente a la integración latinoamericana, manifestada en la creación de la Unasur, la extensión de la Alba hacia América Central y el Caribe, y la gestación del proyecto de la Celac. Los gobiernos de derecha han comprendido la necesidad de participar de esta tendencia, cuando menos formalmente, para no quedar aislados del concierto latinocaribeño.

La Celac encarnará la voz independiente de nuestra región en el mundo multipolar en gestación, no la subordinada típica de la OEA y el TIAR, con su historial al servicio de los intereses de Washington, justificando sus intervenciones sangrientas y acogiendo a sus dictaduras militares amigas. La nueva organización se nutre de las experiencia de la Alba, la Unasur, el Caricom y el Grupo de Río, prueba de lo enriquecedoras que resultan la unidad y la pluralidad latinocaribeñas a la hora de concertar acciones comunes y entendimientos colectivos sobre el fondo unificador de una historia de luchas contra la explotación colonial y neocolonial y comunes raíces culturales indo-afro-europeas.

La Celac nace cuando más se le necesita para enfrentar la gigantesca crisis del sistema capitalista y sentar en nuestra comunidad de 500 millones de seres humanos los fundamentos de una nueva civilización amistosa con la naturaleza donde quepamos todos con paz, justicia y dignidad. Para la Celac, el desafío consistirá en mantenerse unida por sobre diferencias ideológicas, viejos agravios por territorios heredados del pasado, posibles tentaciones hegemónicas internas y los feroces intentos que, sin lugar a dudas, realizarán Estados Unidos y las derechas por dinamitarla. Soy optimista, apuesto por el éxito de la nueva comunidad.

aguerra_123@yahoo.com.mx

domingo, 27 de noviembre de 2011

Rodolfo Walsh nos pide un acto de libertad


> A los amigos de mis padres
> A mis amigos
> A Todos aquellos que alguna vez encontraron en México refugio.
> A quien le importe
>
> Les escribo esta carta con lágrimas en los ojos… con la vida llena de
> reclamos, de indignación, enojo, rabia y una tristeza muy onda que
> cada vez se instala más en la cotidianeidad de nuestros días.
> Yo como algunos saben, soy hija de exiliados, mis padres como muchos
> de ustedes encontraron alguna vez en México no solo el refugio
> apremiante que necesitaban con vital urgencia, sino también un pueblo
> solidario, la amable sonrisa y apoyo que tanto requerían para comenzar
> a procesar y sanar, para seguir luchando.
> Hoy es 2 de noviembre, día de muertos, esa fiesta tan bonita y popular
> para nosotros, pero este año es distinto… este año no tenemos espacio
> en los altares para colocar 50 mil asesinados.
> No se ya como decirlo ni explicarlo… pero la verdad es que tenemos
> miedo, miedo de que el odio y la atrocidad terminen por devorar
> absolutamente todo incluida nuestra existencia. Este país escurre
> sangre y espanto por doquier. No podría enumerar todas las cosas
> brutales que hacen de esta afirmación un hecho, pero créanme que los
> mexicanos vivimos hoy el horror de muchas de las dictaduras que sus
> países conocieron. Tenemos miedo del olvido, de la sinrazón… aquí no
> hay leyes que valgan ya. El gobierno actúa igual que el narco porque
> también en muchas ocasiones actúan juntos, ya no se distingue. Nos
> están matando, nos desaparecen, la cantidad de presos políticos, la
> cantidad de testimonios de tortura, de entradas ilegales en medio de
> la noche a viviendas destrozando todo, ser mujer es un peligro, ser
> joven o estudiante también, ser periodista, obrero, ser pensante,
> crítico, decir simplemente “basta”, es un riesgo en cada día.
> Les escribo hoy porque al menos yo (y sé que muchos otros también)
> estoy desesperada. Hace unos años decía que yo no quiero repetir la
> historia de mis padres y mis abuelos, yo no quiero dejar mi país por
> decir lo que pienso, por quererlo y trabajarlo para que sea justo y
> digno, por salvar la vida. No por esas causas… y sin embargo hoy creo
> que no tenía idea de la dimensión de lo que decía porque nada de lo
> que pude imaginar se acercaba siquiera a la barbarie que han hecho con
> este país.
> Les escribo para que sepan pero también para que no nos dejen solos,
> no nos olviden, repudien a los representantes de nuestro gobierno a
> donde vayan, son asesinos todos, son genocidas de su propio pueblo,
> son las bestias que nos devoran un pedazo cada día… no los dejen
> tranquilos a ellos, no nos dejen solos a nosotros…
> Todo lo que digo es poco, comparado con lo que pasa, lo que se siente,
> lo que vivimos…sin embargo confío en que lo entienden perfectamente.
> Valentina López
> 2 de noviembre de 2011, México D.F.
>
>
> "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su
> alcance. Mande copias a sus amigos. El Terror se basa en la
> incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción
> moral de un acto de libertad. Derrote el Terror. Haga circular esta
> información”.-Rodolfo Walsh.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Padre Alejandro Solalinde


Alejandro Solalinde: “Los migrantes son mercancía” - La Raza - noticias desde Chicago - impre.com

El activista considera que “hay esperanza y entusiasmo” por Andrés Manuel López Obrador. “Si en alguien podemos tener esperanza en que las cosas se compongan, que México sea un poco menos agachón hacia Estados Unidos, que potencie el campo, y que dejen de estar fastidiando tanto a los pobres inmigrantes”, es con AMLO, opinó Solalinde.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Conversación del Comandante Fidel Castro con estudiantes


CUBA

Con Fidel al teléfono

El domingo 9 de octubre, Juventud Rebelde publicó Extraña desconexión, un reportaje realizado por estudiantes de la Facultad de Comunicación sobre las problemáticas asociadas al uso de las nuevas tecnologías en las universidades. Lo menos que imaginaron fue que aquel material les depararía una de las grandes sorpresas de sus vida.

En los últimos días, algunos amigos se han molestado conmigo porque supieron por terceras personas algo que, según dicen, debí decirles yo misma. Probablemente tengan razón. He tratado de explicarles mi actitud con palabras como discreción, falta de tiempo, etcétera. Pero la verdad es que he preferido quedarme callada porque cuando hago el cuento, me parece que van a pensar que estoy bromeando…

El domingo 9 de octubre, Juventud Rebelde publicó Extraña desconexión, un reportaje realizado por un equipo de estudiantes de la Facultad de Comunicación, del cual formo parte, que trató las problemáticas asociadas al uso de las nuevas tecnologías en las universidades. Al día siguiente me sorprendió una llamada inesperada.

—Buenas tardes, ¿es Luisa María?
—Sí.
—Un momento que le van a hablar.
—…
—Luisa, te habla Fidel.

Esas cuatro palabras me dejaron petrificada. ¿Del otro lado de la línea estaba Fidel? ¡Fidel! No podía ser cierto. Mi mente no logró retener con exactitud lo que sucedió en los minutos siguientes. Sí recuerdo cuando me dijo que su llamada se debía al reportaje Extraña desconexión: «Me pareció muy bueno, muy crítico, sobre todo porque son capaces de criticarse a ustedes mismos, los estudiantes».

En los primeros momentos de la conversación, enfatizó acerca de su interés por el problema planteado en el trabajo periodístico, es decir, en la situación tecnológica de las universidades y las necesidades estudiantiles. Comentó acerca de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la sociedad contemporánea y recordó los esfuerzos realizados en el país desde hace varias décadas para, a pesar de las difíciles condiciones, no quedar rezagado con respecto a los adelantos del mundo. Sin embargo, me dijo Fidel, sabemos que lamentablemente el estado de muchos centros de Educación Superior no es el mejor, «por eso yo quiero que tú me cuentes cuál es la situación, quiero escucharte, y que me digas cómo ves las cosas desde tu posición de estudiante. Vamos, tienes la palabra».

¿Qué decir? De las mil ideas que atacaban mi mente, ¿por dónde empezar? Tres o cuatro segundos de silencio me delataron, así que del otro lado de la línea, un caballero me dijo: «Arriba, no te pongas nerviosa, dime lo primero que se te ocurra».
Comencé, ¿por donde más iba a hacerlo?, por el inicio.

«Mire Comandante, la situación tecnológica de las universidades no es la mejor. En estos momentos hay muy pocas computadoras para la demanda de uso que tienen. Los estudiantes tenemos una gran cantidad de actividades docentes que requieren el uso de ordenadores. Además, los que hay son bastante obsoletos y suelen descomponerse con frecuencia».

Enseguida me interrumpió, como haría en innumerables ocasiones, para preguntar: «¿Cuántos estudiantes hay en el país? ¿Cuántas computadoras hay? ¿Qué cosas hacen ustedes en las computadoras con más frecuencia?».

Eran torbellinos de interrogantes. Me preguntó acerca de los costos de las computadoras, de los dispositivos adicionales como impresoras y escáneres, de la calidad del equipamiento actual, entre otras cuestiones relacionadas. Así que dialogamos sobre gigabytes, memorias ram, discos duros, microprocesadores, en fin.

En algún momento del intercambio, el Comandante comentó la importancia de las tecnologías para mantenerse informado acerca del acontecer internacional. Creo que esa es una de sus obsesiones más recientes.

«La gente no puede vivir sin saber lo que está pasando en el mundo. ¿Tú crees que es posible vivir tranquilo sin saber de los desastres que están ocurriendo por todo el planeta: la guerra en Libia, las grandes huelgas. Y no tenemos ningún espacio en televisión que se dedique a hablar de estas cosas. Está la sección Hilo Directo, de Granma. Te voy a leer lo que publicaron hoy».

Leyó todos los titulares de ese día, lunes 10 de octubre, y enseguida inquirió: «¿Te parece que con eso sea suficiente? No, ¿verdad? El pueblo necesita saber mucho más».
Hablamos mucho sobre la situación internacional, la cual le preocupa, hasta que regresamos al tema inicial. Me preguntó por mis compañeros:

—Mañana, sobre esa hora, ¿estarán todos reunidos?, es que me gustaría hablar con todos.
—Sí, Comandante, mañana estaremos juntos todo el día.
—Bueno, entonces hablaremos mañana. Muchas gracias por el tiempo.
—Gracias a usted por haber llamado.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.

Al día siguiente, martes 11 de octubre, a las tres de la tarde, estábamos todos en la sala de mi casa. No podíamos descifrar qué había querido decir Fidel con «sobre esta hora», si a la que habíamos comenzado a hablar, las cuatro y treinta de la tarde, o a la de la despedida, las seis. Creo que no es necesario apuntar que cada vez que el teléfono sonaba, todos pegábamos un brinco y se hacía un silencio sepulcral.
Los minutos pasaban lentos… y pasaban. Sobre las seis menos diez, empezábamos a inquietarnos y a dudar si finalmente llamaría.

A las seis en punto: Riiiiiiinnnnggggg.
Era él, otra vez. Por mi cara, mis amigos entendieron que por fin había llegado la llamada. Muy familiar, Fidel me preguntó qué noticias le tenía. Le dije que todos estábamos ahí, listos para conversar y que ya estaban al tanto de nuestro intercambio del día anterior. Además, le comenté sobre nuevas informaciones que habíamos recopilado.

Él también había averiguado muchas cosas nuevas, y me las fue explicando una a una: dialogamos sobre los costos de las computadoras, de por qué es mejor usar para laboratorios ordenadores de escritorio y no portátiles.

Y entre una cosa y otra, no sé cómo, llegamos al tema de la agricultura.
—Sabes —contó— en estos días he estado reuniendo información sobre cultivos de gran valor económico, que pueden influir en los niveles de alimentación y de salud de nuestro pueblo.

Habló con detalle sobre la situación agrícola del país y del mundo. Yo lo escuchaba y me parecía estar oyendo a un experto en problemáticas actuales de esa actividad. Una vez más quedé pasmada, definitivamente Fidel se las sabe todas. Todavía no he conseguido asimilar la experiencia de esos días, probablemente jamás logre hacerlo.
Cuando terminaron nuestras conversaciones, yo me recordé niña, pionerita. En aquellos días en que la vida parece una aventura, tuve el privilegio de asistir al tercer Congreso Pioneril que se celebró en el 2001.

En la plenaria, el Comandante estuvo todo el día con nosotros, escuchando atentamente lo que decíamos unos niños que apenas comenzábamos a vivir. Pronunció un formidable discurso, de aquellos a los que nos tenía acostumbrados. Nunca he olvidado los instantes finales: sus ojos felices de padre orgulloso, su mano firme diciendo adiós, y aquella sonrisa radiante. Yo quedé con lágrimas en lo ojos y miedo de que aquella fuera la última vez. Pero no. ¡La vida tiene cada sorpresas…!
Quería saberlo todo. Hasta el más mínimo detalle

Para cualquier joven cubano, conversar con el Comandante en Jefe Fidel Castro, además de un honor, significa una inmensa alegría; sobre todo cuando el motivo de la conversación resulta un tema de alta sensibilidad para los estudiantes universitarios, como la importancia de las nuevas tecnologías en nuestra formación y las posibilidades que, en un país subdesarrollado como Cuba, tenemos de utilizarlas en toda la magnitud necesaria.

Si a esto le agregamos la relevancia de que una personalidad de reconocimiento internacional como Fidel se interese por un aspecto de la sociedad con el cual, por cuestiones generacionales, no ha estado demasiado vinculado, pues el hecho gana singularidad. Ese mundo de gigas, bytes, redes, software y hardware que, para los llamados nativos digitales forma parte de la vida cotidiana, resulta un aspecto novedoso para quienes como él crecieron y se formaron entre grandes enciclopedias, libros y máquinas de escribir.

Escucharlo fue como tenerlo enfrente y, aunque pueda parecer extraño, sentí que habíamos hablado muchas veces. Todavía ahora parece increíble que me haya llamado por mi nombre, Ana Lidia, que me causaran risas sus ocurrencias y que conversáramos de temas cotidianos que enfrenta el pueblo cubano y en particular las nuevas generaciones. Quería saberlo todo. Hasta el más mínimo detalle.

¿Cómo aprovechamos los recursos disponibles, cómo hacemos nuestros trabajos de clases y para qué utilizamos Internet? Una ráfaga de preguntas. Apenas alcanzamos a responder. En ese momento recordé las muchas veces que en la televisión había visto a Fidel preguntando y preguntando.

Nunca imaginé que algún día estaría en esa posición. Pero, a pesar de la tensión, logramos transmitirle nuestras preocupaciones más inmediatas, las reales carencias y las vicisitudes que enfrentamos para formarnos como profesionales a la altura de un mundo cada vez más digital.

También conversamos acerca de los intereses laborales de los estudiantes cubanos de Periodismo y hasta se asombró por la frecuencia con la que nos reunimos para trabajar en equipo, a pesar de vivir en puntos muy distantes de La Habana. «¡Oye La Lisa, Alamar, Párraga y el Vedado son zonas bien lejos entre sí!».
De repente cambió de tema: le preocupa la insuficiente información que en cuanto a política internacional tiene el pueblo cubano.

Por ello indagó acerca del impacto y la utilidad de programas como Dossier, conducido por el periodista venezolano Walter Martínez, y otros incluidos en la selección de la programación del canal Telesur que diariamente se transmite en la televisión nacional.

Luego comentó la necesidad de abordar en la prensa temas actuales de vital importancia como la agricultura. Fue entonces cuando se refirió a las investigaciones de nuestros científicos para buscar alternativas de alimentación en consonancia con la situación medioambiental y las condiciones económicas de Cuba.

Curioso hasta el final, agudo como siempre en sus comentarios. Con la visión de futuro que siempre lo ha caracterizado, una vez más Fidel se interesó por asuntos de carácter nacional e internacional y por las necesidades más cotidianas de quienes, día a día, asisten a las aulas universitarias para formarse como profesionales cubanos.
De la Loma de la Cruz hasta F y 3ra

¡Tremendo notición! Cuando el martes 11 de octubre salí para la Facultad, jamás imaginé que viviríamos semejante historia. Ni en sueños lo esperábamos.
Estábamos ansiosos por terminar las clases. Teníamos que llegar lo antes posible a la casa de Luisa, la parada de 23 y F estaba repleta y no había ni un atisbo de que la situación cambiara pronto, así que a dividirnos… Ibis y Anita en botella, Luisi esperaría algo, mientras que Héctor y yo decidimos llegar por nuestros propios pies (de 23 y F hasta ¡15 y 24!).

A las seis llamó. Ya era imposible no creerlo, del otro lado del auricular ¡estaba Fidel, nuestro Comandante!, compartiendo ideas con nosotros, un equipo de periodistas novatos, aún estudiantes.

Llegó mi turno y durante los primeros minutos de la conversación, creía que no podía sostener el diálogo, pero la cálida voz resultó demasiado familiar y me sentí tan cómoda que hubiera estirado el tiempo más que un elástico. Él, por su parte, también se encontraba a gusto: «Siento mucha alegría por poder conversar con estudiantes de quinto año que casi culminan su carrera y comienzan su vida profesional como periodistas».

Quizá por ello la ocasión fue propicia para que, durante la charla telefónica, abordáramos temáticas muy variadas de carácter nacional e internacional, aunque también hubo un aparte para asuntos personales:

—¿Y tú, Nadia, de dónde eres?
—De Holguín, Comandante.
—Pero, de qué parte?
—Del centro de la ciudad, cerca del parque San José.
—Ahí hace poco hubo un evento importante de danza.

Percibo que le concede vital importancia al hecho de estar bien informados. En ese sentido, él no se circunscribe solamente a los noticiarios y los grandes medios de comunicación masiva, sino que aprovecha toda posible fuente de información a su alcance. Pregunta, comenta, sugiere, emite juicios de valor y es capaz de centrar el interés en lugares distantes, sin perder por ello el más mínimo detalle. En ese afán, como coterráneos ausentes, nos remitimos a un símbolo de nuestra ciudad: la Loma de la Cruz.

Una vez situados en el escenario, las interrogantes no cesan: «¿En cuántas ocasiones has subido? ¿Cuándo fue la última vez? ¿Cuánto tiempo te demoras en llegar a la cima?» Incluso no deja de lado aspectos muy puntuales y aguza los sentidos en un intento de aproximarse a la respuesta. «Es una loma alta, ¿cuántos escalones tiene? Deben ser alrededor de 500...».

Luego se interesa por el lugar donde vivo actualmente, la residencia estudiantil Lázaro Cuevas, ubicada en F y 3ra. en el Vedado. Entonces intenta ubicarse, alude a lugares de referencia y calcula distancias. Según las direcciones, se coloca en el lugar de los estudiantes y diseña un posible recorrido hasta la Facultad. Me sugiere que esa caminata sería como hacer ejercicios. Sin embargo, su tono demuestra reproche cuando le explico que la mayoría de los becados toma el P2 para llegar a la Universidad, a solo unas cuadras de distancia.

Por lo cual, en otro momento de la conversación me hace una propuesta que nos remonta al inicio: «Si caminas de la beca a la Universidad y luego subes la Colina es casi como si hubieras ascendido la Loma de la Cruz».

—Comandante, yo creo que no tengo que ir tan lejos porque todos los días subo las escaleras de la beca.
—¿Y en qué piso tú vives?
—En el 13
—Pues alégrate porque los que están en el piso dos no hacen ejercicios.
Reímos. Desde entonces cada vez que subo las escaleras de la beca recuerdo sus palabras, y en mi rostro aparece una sonrisa como la de aquella ocasión.
Creo que Fidel siempre está pensando en futuro

Un tono grave, familiar y pausado, eso fue lo primero que escuché cuando apenas podía comprender sus palabras. Una voz cautivadora y cordial. ¿Cómo hablar? ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Estaba atónita y emocionada, clavada en el asiento, con la respiración entrecortada. «¿Cómo está Comandante?» fue la única frase coherente que logré articular.

Pero a los pocos minutos la tensión cedió y me parecía que continuaba una vieja conversación que había quedado inconclusa tiempo atrás. Me preguntó: «Bueno Ibis, ¿y dónde tú vives?». ¡Me resultaba increíble que Fidel supiera dónde queda Párraga, que bromeara sobre su lejanía y se interesara por las rutas de guaguas que se dirigen hacia allá! Y admiré aún más su capacidad de abordar desde los grandes temas hasta los sucesos cotidianos, aquellos de la rutina de todos los días.

Luego oí un lejano ruido de papeles y lo imaginé sentado frente a una gran mesa atestada de hojas y libros. Entonces su voz cambió y sonó más grave. Me dijo que estaba leyendo unas informaciones sobre México y que le preocupaban los altos índices de violencia que existen en ese país, porque las cifras iban en ascenso cada año y la situación escapaba del control de las autoridades. Además, se refirió a las constantes migraciones de los empresarios del campo hacia las ciudades, fundamentalmente, hacia el Distrito Federal; y las graves consecuencias que podría acarrear para la economía de la nación.

Hablamos también de cómo esos escenarios de violencia se repiten con muchísima frecuencia en varios países de América Latina. Y un tono de alarma se hacía evidente en su voz al señalar que miles y miles de personas mueren a causa de actividades delictivas como el narcotráfico. Pero su inquietud no se limitaba solo al problema, sino que iba más allá: a la búsqueda de soluciones. Creo que Fidel siempre está pensando en futuro y de forma global; y luchando porque ese pensamiento se torne en formas de acción que favorezcan a las mayorías.

Hablar con Fidel fue como dialogar con una parte de nuestra historia (y cuando digo nuestra, hago parte a toda América Latina). Creo que ahora entiendo verdaderamente el sentido de esa frase que tanto gustó a Tomás Borges: ya sé que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Nos vemos pronto

Por mi mente comenzaron a pasar, como en filme, imágenes de toda mi vida: los lugares donde he estado, las cosas que he hecho; todo mientras extendía mi mano para tomar el auricular del teléfono. ¡Por fin era mi turno!

Todos nos mirábamos. Las imágenes que no cesaban. Me vi cuando fui montador pailero naval, ponchero, fumigador, custodio y, de repente, ¡todo se congeló al escuchar su voz! Tan familiar. La misma voz que generaciones de cubanos han escuchado por décadas…
—Hola Héctor, ¿cómo te sientes?
—Comandante, estoy emocionado, es que nunca pensé hablar con usted.

A lo que respondió con esa sabia picardía:
—¡Ah, mira!, yo tampoco pensé nunca hablar contigo...
No pude hacer otra cosa que echarme a reír como lo hace uno con un amigo cuando le cuenta una broma. Y ahí estaba Fidel, el Comandante, el hombre de las mil batallas, del otro lado del teléfono preocupándose y preguntando por cosas de mi vida en las que ni siquiera yo reparo: se interesó por si veía televisión y durante qué tiempo. Aunque centró su interés en el tema de los Cinco Héroes, del cual hablamos ampliamente. Quizá muchos no entiendan y hasta critiquen mi asombro, ese terco asombro que borró las ideas, preguntas, e inquietudes de mi mente y que me hubiera gustado compartir con él. Pero, ¡vamos! No todos los días uno recibe llamadas del líder histórico de su nación.

Con toda la prudencia del mundo e indicando el fin de nuestra charla me dijo:
—Bueno les he robado mucho tiempo hoy… Pero no pienses que se van a escapar de mí.
—No se preocupe Comandante, nos vemos pronto.

fuente: Granma
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