martes, 3 de noviembre de 2009

El SME y el neoliberalismo. Entender la actualidad a través de la historia.

Lo del SME, en la lógica del neoliberalismo
Octavio Rodríguez Araujo

El liberalismo nació siendo antiestatista: el Estado, se dijo hace más de 200 años, limita la libertad de los mercados. Con la crisis de 1929 los liberales tuvieron que aceptar la intervención del Estado como posible salvación del capitalismo, aunque no pudiera resolver los agudos problemas de pérdida económica de muchos capitalistas individuales. Lo que hizo el Estado en ese año y los siguientes fue reactivar la economía dando empleo a quienes lo habían perdido. Con el empleo aumentó el número de consumidores y con éstos la demanda de productos que había disminuido provocando la crisis. Para dar empleo se hicieron obras de infraestructura y, como dijo alguien entonces, se hicieron hoyos y luego los taparon. El punto era dar empleo y pagar la mano de obra, aunque no fuera mucho, para convertirla en mercado eficiente, en consumidora. La economía florecería de nuevo.

Cuando la crisis fue superada los liberales recuperaron su ideología y otra vez exigieron menos Estado. Sin embargo, la intervención de éste no desapareció del todo ni de golpe: sirvió para seguir obras de infraestructura, para subsidiar al capital con el seguro social más o menos generalizado, sobre todo en Europa; también con la educación gratuita y el seguro de desempleo. Fueron logros, probados durante la crisis y a consecuencia de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, que hasta los liberales más ortodoxos respetaron e incluso defendieron aun en contra de las opiniones de uno de los grandes teóricos del liberalismo moderno, Friedrich von Hayek. Aun en Gran Bretaña, cuna del liberalismo con la revolución industrial, el intervencionismo estatal para regular la economía y restar puntos a la injusticia social propia del capital con manos libres fue una realidad con los gobiernos laboristas.

En Estados Unidos la dinámica fue otra y los apoyos estatales a la población mayoritaria comenzaron a disminuir al mismo tiempo que las grandes empresas recibían beneficios y subsidios. Como eran tiempos de anticomunismo militante y obtuso, y se veía a la Unión Soviética como extremo del intervencionismo estatal (pues la economía dependía del Estado totalmente), los gobiernos de Washington iniciaron una lucha contra cualquier expresión más o menos organizada de sentimientos nacionalistas y estatistas en su patio trasero, desde gobiernos como el de Arbenz, en Guatemala, hasta sindicatos y organizaciones campesinas en otras muchas naciones. Se fomentó así, con el concurso de la CIA, la desestabilización de varios gobiernos de la región y se patrocinaron dictaduras militares que liquidaron la oposición, comenzando con la sindical. La idea era que el ejemplo de Cuba no se extendiera más allá de la isla. Fue así que el intervencionismo estatal, como parte de la estrategia del desarrollo económico de la segunda posguerra en América Latina, fue desmantelado en varios países, rompiendo las trincheras defensoras del nacionalismo económico. El mejor ejemplo de esta nueva política de Estados Unidos fue Chile y de ahí las dictaduras de otros países, principalmente del cono sur (la dictadura brasileña, que inició en 1964, fue nacionalista). En México no fue necesario un golpe de Estado: el Partido Revolucionario Institucional, subordinado al gobierno en turno, garantizaba que la mayoría de los sindicatos fueran sumisos y funcionales a las necesidades del capital. Igual las principales asociaciones campesinas.

A partir del experimento chileno y la asunción al poder de Reagan y Thatcher, el modelo de desarrollo nacional fue sustituido por otro basado en la globalización de la economía y en una nueva ideología que ha dado en llamarse neoliberalismo, que en lo que más se parece al liberalismo clásico es en su antiestatismo. México no sería excepción. Con el argumento de la deuda pública externa, impagable por muchos conceptos, el gobierno de López Portillo aceptó las condiciones del Fondo Monetario Internacional, es decir, la privatización de empresas públicas, la reducción del Estado y la disminución del déficit de las finanzas públicas, los topes salariales y el recorte de los contratos colectivos de trabajo y, de ser posible, la de-saparición de sindicatos, especialmente los de posiciones antiestadunidenses o de inclinaciones socialistas. Quien afianzó este nuevo régimen, inscrito en la globalización y basado en el neoliberalismo, fue Salinas, antes como secretario de Programación y Presupuesto y luego como presidente espurio, pero legal.

Con Salinas y sus sucesores, tanto Zedillo, teóricamente del PRI, como los panistas Fox y Calderón, continuó la misma política de desmantelamiento del Estado y la privatización del patrimonio nacional. Muy pocas voces en el tricolor y ninguna en el PAN se escucharon contra este proceso. Fueron el PRD y sus aliados los que dieron la nota de oposición a las privatizaciones, sobre todo de la industria energética, además de algunos cuantos sindicatos, destacadamente el Mexicano de Electricistas.

El expediente que han usado los gobernantes neoliberales mexicanos ha sido la privatización supuestamente marginal y complementaria por la vía de concesiones al capital y por sustitución de competencias en función de la demanda, y en los últimos años mediante subsidios a los grandes capitales, nacionales y extranjeros, exenciones fiscales en ciertos casos y, finalmente, la desaparición del organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro. Esto explica por qué el gobierno no actuará contra los trabajadores petroleros o de la educación: los tiene en la bolsa y siguen siendo funcionales, gracias a la antidemocracia interior y al sometimiento a las directrices gubernamentales a favor, sin lugar a dudas, del capital y muy al margen de las necesidades históricas de la nación y sus pobladores.

La decisión de Calderón en contra del SME no fue una humorada presidencial ni un acto de valentía. Se inscribe en la lógica del neoliberalismo, que él y su gabinete quieren seguir defendiendo, a pesar de que está en descrédito en los mismos países que lo impulsaron originalmente.

AMLO advierte que lo peor vendrá en enero cuando aumenten en 17% las gasolinas.

El peor de los impuestos es el de Los Pinos, afirma AMLO

Santiago Zoochila, Oaxaca
Martes 03 de noviembre de 2009


* Calderón es precisamente el que más daño ha causado a México y a su pueblo, asegura Andrés Manuel López Obrador

* Califica como una canallada la aprobación de aumentos a los precios de las gasolinas

* Inicia la doceava semana de recorrido por los municipios de usos y costumbres de Oaxaca

“El peor de los impuestos es el de Los Pinos” y es precisamente el que más daño ha causado a México y su pueblo, afirmó Andrés Manuel López Obrador en referencia al presidente usurpador, Felipe Calderón, y a la reciente aprobación de alzas al IVA, ISR y otras contribuciones.

El país no estaría en las condiciones en que se encuentra actualmente, con una gran carestía de la vida y con altos índices de violencia e inseguridad, si no le hubiesen robado la Presidencia de la República en el 2006, aclaró al calificar como una canallada la aprobación de aumentos a los precios de las gasolinas, a partir del próximo año.

Al iniciar la décima segunda semana de recorrido por municipios de usos y costumbres de la entidad, el presidente legítimo de México aseguró que tanto los diputados y senadores priistas y panistas dieron otra vuelta a la tuerca, para seguir exprimiendo al pueblo, con la aprobación de incrementos a los impuestos al Valor Agregado y Sobre la Renta, así como a las gasolinas, el diesel, la energía eléctrica y a los depósitos en efectivo, a partir de los 15 mil pesos mensuales.

Tanto en Santiago Zoochila como en Santo Domingo Xagacía, explicó que la hacienda pública captará el próximo año alrededor de 30 mil millones de pesos, al pasar de 15 a 16 el porcentaje del IVA. “Esa cantidad se va a recaudar, esa cantidad es la que va a significar bolsear a todos los mexicanos, tanto niños como adultos, durante el 2010”, puntualizó.

Cada mexicano aportará durante el próximo año alrededor de 300 pesos o mil 200 pesos por cada una de los 26 millones de familias, por el incremento de un punto porcentual a la mencionada contribución, expuso al destacar que el alza al Impuesto Sobre la Renta afectará principalmente la economía de los profesionistas independientes y de los pequeños y medianos comerciantes y empresarios.

Acompañado por los senadores Gabino Cué y Salomón Jara manifestó que el aumento de 17 por ciento a los precios de las gasolinas será el que mayor daño provocará a la mermada economía popular.

A partir del primer minuto del próximo año, se desatará una escalada de precios, sobre todo en los artículos de primera necesidad, subrayó al recordar que los precios del arroz, del fríjol, del azúcar y del aceite se duplicaron desde que Calderón Hinojosa usurpa la Presidencia de la República.

Sin embargo, dejó en claro que un mayor número de mexicanos participa en el movimiento por un cambio real y verdadero. “Hay un despertar ciudadano, porque al pueblo se le puede engañar una, dos y hasta tres veces, pero no toda la vida”.

La transformación del país y sus instituciones se concretará con una revolución de las conciencias, por la vía pacífica y electoral, refirió al establecer que la lucha que enarbola no defraudará ni traicionará al pueblo de México, porque se actúa de manera sincera.

Ante los ciudadanos de Xagacía, acusó a Carlos Salinas, Manlio Fabio Beltrones y Francisco Rojas, entre otros, de proteger los privilegios fiscales de aquellos que se creen amos y dueños del país.

Luego de que Felipe Calderón reconoció que los de mero arriba, los potentados, no pagan impuestos y quiso darles “un pellizco”, los representantes de la mafia de la política en el Congreso salieron en su defensa, pero se quedaron quietos y callados cuando se propusieron y aprobaron alzas a los impuestos, aclaró.

Durante la jornada de este día, López Obrador hizo énfasis en que el llamado deslizamiento a la tasa de las contribuciones es en realidad un aumento que impactará principalmente en la clase media.

Dentro de poco la clase media pasará a ser la clase pobre alta, porque se está empobreciendo cada vez más, puntualizó.

Posteriormente, en San Francisco Cajonos y San Pedro Cajonos, el presidente legítimo de los mexicanos comparó el aumento del 3 por ciento a los depósitos bancarios mensuales con los impuestos que cobraba el dictador Antonio López de Santana por cada ventana de las casas de los ciudadanos.

A su vez, los senadores Cué y Jara convocaron al pueblo de Oaxaca a darse el próximo año la oportunidad de contar con un gobierno justo, que responda puntualmente a las demandas más sentidas de la sociedad, y rechazar en la jornada del 4 de julio a un gobernante de la talla del cacique Ulises Ruiz.