martes, 18 de mayo de 2010

México favorece al cártel de Sinaloa en su lucha contra el narcotráfico, según una investigación.

Le estalla al sr. calderón información en plena visita a la capital estadounidense.

martes 18 de mayo, 12:47 PM

Washington, 18 may (EFE).- El gobierno del presidente Felipe Calderón favorece a los traficantes del cártel de Sinaloa en la cruenta guerra por rutas y negocios que ha dejado miles de muertos en México, afirmó hoy la emisora National Public Radio (NPR).

La cadena de emisoras, financiada por contribuciones del público, fundaciones y el gobierno, sostiene en una investigación elaborada durante cuatro meses por el periodista John Burnett y la productora Marisa Peñaloza que "las fuerzas de seguridad federales favorecen al cartel de Sinaloa".

En México operan al menos cinco grandes "carteles" de contrabando de drogas, y decenas de grupos y bandas menores.

El Ministerio de Defensa mexicano ha indicado que unas 450.000 personas, en un país de unos 108 millones de habitantes, están vinculadas en distintos niveles con el negocio de las drogas ilegales.

Entre los grupos mayores se cuentan "la Familia Michoacana", que tiene su base en el oeste del país; el Cartel de Sinaloa que, según las autoridades estadounidenses es el más poderoso de México, y el Cartel de Juárez, con presencia en 17 de los 32 estados del país.

Otros dos son el Cartel de Tijuana, el más golpeado por la represión gubernamental reciente, y "los Zetas", una banda creada por ex militares de elite ahora dedicados al tráfico de cocaína.

Los periodistas de NPR, afirmó la radio, "entrevistaron a decenas de agentes policiales, oficiales militares, expertos en crimen organizado de México y Estados Unidos, y a víctimas de la guerra de las drogas".

La investigación "examinó cómo hay elementos del Ejército de México que trabajan con los sinaloenses para sacar del camino a sus rivales y controlar las lucrativas rutas de las drogas hacia Estados Unidos", añadió.

NPR también analizó los boletines y noticias oficiales del Gobierno Federal mexicano acerca de las acciones contra las bandas criminales "que muestran que los miembros de (el grupo) Sinaloa son blanco de esas acciones con menos frecuencia que otras bandas".

NPR difundió hoy la primera de dos partes de la investigación realizada por sus periodistas desde Ciudad de México y Ciudad Juárez, mientras se inicia una visita de estado del presidente mexicano, Felipe Calderón. La segunda parte se difundirá mañana.

El gobierno mexicano ha movilizado unos 45.000 soldados y policías federales para combatir con las mafias de las drogas y el presidente Calderón ha hecho de esta lucha una prioridad de su gobierno, en una campaña que tiene 1.300 millones de dólares de respaldo del gobierno de Estados Unidos.

"Pero en las ciudades y pueblos de todo México la historia es la misma: la lucha contra los carteles favorece al grupo de Sinaloa", según NPR.

El cabecilla visible del Cartel de Sinaloa es Joaquín "Chapo" Guzmán, considerado por la revista Forbes como uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. Guzmán comparte el mando de la banda con Ismael "Mayo" Zambada e Ignacio "Nacho" Coronel.

Carta inconclusa de Martí a su amigo Manuel Mercado




“Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”

José Martí, nuestro Héroe Nacional, escribió el 18 de mayo de 1895, un día antes de su caída en combate por la independencia de la Isla , esta carta inconclusa a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado considerada su testamento político, donde argumenta su antiimperialismo y su lucha por “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.

Sr. Manuel Mercado

Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.

Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos —como ese de Vd. y mío,— más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia,—les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos.

Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas:—y mi honda es la de David. Ahora mismo, pues días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, que me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yanqui o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,—la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,—la masa inteligente y creadora de blancos y de negros.

Y de más me habla el corresponsal del Herald, Eugenio Bryson:—de un sindicato yanqui—que no será—con garantía de las aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles, para que quede asidero a los del Norte;—incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra de gobierno. Y de más me habló Bryson,—aunque la certeza de la conversación que me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la Revolución ,—el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español,—y la incapacidad de España para allegar en Cuba o afuera los recursos contra la guerra, que en la vez anterior sólo sacó de Cuba.—Bryson me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender éste que sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los Estados Unidos a rendir la Isla a los cubanos.—Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro y de lo que en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, para cuando el actual Presidente desaparezca, a la Presidencia de México.

Por acá yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas, a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana.

Y México, ¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará,—o yo se lo hallaré.— Esto es muerte o vida, y no cabe errar. El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya yo lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quién la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pero estas cosas son siempre obra de relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle;—alzamos gente a nuestro paso; —siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto, que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla , a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,—la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas, y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la Revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.

Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece.

Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto que le dimos, de toda nuestra alma, y callado él! ¡Qué engaño es éste y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día!

Hay afectos de tan delicada honestidad...

Al día siguiente, 19 de mayo de 1895, Martí cae en combate en Dos Ríos.