lunes, 25 de enero de 2010

¿La tragedia haitiana constituye una oportunidad de EUA para sumar una nueva estrellita?






La reconstrucción de Haití enfrenta no sólo problemas económicos de increíbles magnitudes. También tendrá ante si el reto de definir que tipo de país surgirá de las cenizas en que han quedado sus instituciones, su economía y su propio pueblo.
Se menciona que tan sólo la infraestructura de Puerto Príncipe tardará hasta 5 años en volver a ser la de antes, siempre y cuando consiga montos multimillonarios mismos que también le pueden traer consigo el colonialismo económico del FMI, del BM y por supuesto de los Estados Unidos.
Éste último ya ha tomado la delantera a través de miles de soldados encabezados por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuyo argumento ante la presencia militar fue "nos quedaremos a largo plazo".
La relación multilateral en la región, como es bien sabido, no es precisamente la mejor toda vez que los yanquis buscan, a como de lugar, poner coto a la concreción de la Alianza Bolivariana sudamericana, encabezada por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros mandatarios de la región, apoyados por el gobierno cubano para mayor irritación estadounidense.
Recientemente se concretó el despojo del gobierno hondureño al presidente constitucional Manuel Zelaya, ahora se posicionan militarmente en Haití, mantienen la base castrense en Honduras y se apuran a concretar sus planes en las diversas bases colombianas.
Lejos estamos de vivir en paz a pesar de que el Sr. Barack Obama haya aceptado el Premio Nobel de la Paz, aún sin merecimiento alguno, pero que sin duda representó una lejana esperanza para el mundo entero. Todo parece indicar que se trató de una falsa esperanza.
Pero por el momento la atención humanitaria en torno al desastre haitiano no debe dejarse de lado y debemos seguir apoyando desde toda tribuna a los hermanos en desgracia.
En su última reflexión, Fidel Castro describe con la palabra precisa lo que está pasando y la diferencia entre la ayuda y la ocupación interesada: En medio de la tragedia haitiana, sin que nadie sepa cómo y por qué, miles de soldados de las unidades de infantería de marina de Estados Unidos, tropas aerotransportadas de la 82 División y otras fuerzas militares han ocupado el territorio de Haití. Peor aún, ni la Organización de Naciones Unidas, ni el Gobierno de Estados Unidos han ofrecido una explicación a la opinión pública mundial de estos movimientos de fuerzas. Varios Gobiernos se quejan de que sus medios aéreos no han podido aterrizar y transportar los recursos humanos y técnicos enviados a Haití. Diversos países anuncian, por su parte, el envío adicional de soldados y equipos militares. Tales hechos, desde mi punto de vista, contribuirían a caotizar y complicar la cooperación internacional, ya de por sí compleja. Es necesario discutir seriamente el tema y asignar a la Organización de Naciones Unidas el papel rector que le corresponde en este delicado asunto. Nuestro país cumple una tarea estrictamente humanitaria. En la medida de sus posibilidades contribuirá con los recursos humanos y materiales que estén a su alcance. La voluntad de nuestro pueblo, orgulloso de sus médicos y cooperantes en actividades vitales, es grande y estará a la altura de las circunstancias. Cualquier cooperación importante que se ofrezca a nuestro país no será rechazada, pero su aceptación estará subordinada por entero a la importancia y trascendencia de la ayuda que se requiera de los recursos humanos de nuestra Patria. Es justo consignar que, hasta este instante, nuestros modestos medios aéreos y los importantes recursos humanos que Cuba ha puesto a la disposición del pueblo haitiano no han tenido dificultad alguna en llegar a su destino. ¡Enviamos médicos y no soldados!