viernes, 20 de noviembre de 2009

La crisis ha llegado a su piso más profundo

Los universitarios tenemos la razón

Humberto Muñoz García*

México ha vivido en crisis más de tres decenios. La de 1976, la de 1982, la de 1988, la de 1994, la de la alternancia, la de casi todo el periodo de 2000 a 2006, la de 2006 y la que va de entonces a la fecha. En 2009 la crisis ha llegado a su piso más profundo. No es sólo la economía la que está en crisis. La crisis también es de valores. Hay anomia, pesimismo, desilusión, frustración, un sentimiento de fracaso. De que algo hicimos mal y no lo hemos podido corregir. Sentimos que la realidad es un desastre.

Estamos con pérdida de confianza. Sobre todo en los políticos. Quien gobierna actualmente ofreció crear empleos mejor remunerados, invertir los recursos públicos para que vivamos bien, transparencia en el gasto, reducir los impuestos, crear más escuelas y universidades de calidad. Los diagnósticos dicen que empeoramos. Hay desmodernización. Los resultados de las políticas son contrarios a lo ofrecido y contribuyen a que se pierda la fe en el futuro, a que los jóvenes no tengan esperanza. Sí. Estamos en una crisis muy fuerte, que también es política.

Nos ha tocado a los universitarios hablar del aniquilamiento de lo social, de la enorme desigualdad, de la falta de prioridades, siendo la educación la primera. Romper el silencio. Escuchar, por ejemplo, que la recuperación económica de Estados Unidos se logrará invirtiendo más en una educación de clase mundial para los trabajadores. Aquí, los presupuestos nos dicen que vamos al revés.

Tiene razón el rector de la UNAM, el doctor José Narro, cuando apunta la falta de visión que existe en el país para invertir más en educación superior, ciencia y tecnología; cuando sostiene la necesidad de una política de Estado para la educación superior; cuando menciona que las universidades públicas son palanca para el crecimiento económico; cuando afirma que el modelo de desarrollo ya dio de sí.

Como no parecen haberlo escuchado en el Congreso, ni en las secretarías de Hacienda y de Educación Pública, vale decir que tiene toda la calidad moral para sostener que educar a los jóvenes es la prioridad más importante del país hoy por hoy; que requerimos un debate nacional por la educación superior; que necesitamos un cambio de modelo; que es indispensable acordar, pactar, llegar a un consenso para refundar la república.

El rector Narro y otros rectores de universidades públicas han tomado la palabra para advertir sobre los riesgos que corre el país. La historia reconocerá que han actuado con toda responsabilidad. La universidad pública y la educación superior son una vía para comenzar a superar la realidad presente.
* Seminario de Educación Superior. UNAM.

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