jueves, 14 de enero de 2010

La fuerza de la naturaleza se ensañó con Haití; riesgo real de epidemias.






La tragedia en Haití es apocalíptica, opina Hillary Clinton.

Miles de niños, mujeres y hombres deambulan en las calles, duermen sobre las banquetas, viven sin techo alguno mientras sus casas permanecen derruidas. El fantasma de la epidemia acecha mientras los muertos continúan bajo los escombros, o en muchos casos a cielo abierto sin ser reclamados por sus familiares quienes quizá hayan sufrido una suerte similar.

Es Haití a dos días de uno de los peores sismos de los que recuerde el Caribe, y a donde la ayuda internacional lentamente arriba vía aérea y por mar.

Las gráficas ya no sólo reflejan la devastación de las construcciones, los puentes, el patrimonio de miles…ahora son los cadáveres de niñas y niños, de jóvenes y adultos de ambos sexos para quienes la muerte no tuvo distinción. Como tampoco la tuvo para razas y nacionalidades ni posiciones socioeconómicas, creencias religiosas. Ahí está el deceso del Arzobispo de Puerto Príncipe y de más de 20 extranjeros adscrito a la sede de la ONU cuyas nacionalidades eran diversas, sobre todo brasileños. Se confirmó asimismo la muerte de una mexicana originaria del Estado de Querétaro, de 39 años, si bien no se reveló su nombre. El terremoto de Haití se ubica, si se confirman los peores augurios, entre los 12 más destructivos de la historia en cuanto a víctimas, según datos del Instituto Geográfico Nacional español. Por otra parte, lamentablemente se han dado los primeros saqueos y el caos se ensaña en Puerto Príncipe.

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