miércoles, 9 de mayo de 2012

A Felipe Calderón no le interesó la ciencia y la tecnología

La Jornada miércoles 09 de mayo de 2012. Felipe Calderón nunca se reunió con los integrantes del consejo consultivo de la AMC, señala Arturo Menchaca Presidente de la Academia Mexicana de la Ciencia. Gane quien gane, debe impulsar ciencia y tecnología: Menchaca Los mexicanos debemos tener olfato para elegir al candidato que habla con franqueza, dijo Incapacidad de la pequeña empresa para emplear a los mejor preparados, entre los problemas Emir Olivares Alonso Periódico La Jornada Miércoles 9 de mayo de 2012, Un ejemplo del desinterés del actual gobierno por la ciencia y la tecnología fue que Felipe Calderón nunca se reunió con los integrantes del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC) de la Presidencia (que agrupa a los ganadores del Premio Nacional de Ciencias y Artes), cuya misión es asesorar al Ejecutivo federal en esta materia. Por ello, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca Rocha, resaltó la necesidad de concretar un programa de gobierno con líneas claras y articuladas que permitan la intercomunicación con consejos especializados para establecer y discutir políticas gubernamentales enfocadas a la promoción del conocimiento, y que esas políticas sean lo más coherentes y provechosas posibles. Subrayó la importancia de emprender una transformación educativa con énfasis en la enseñanza de la ciencia, pues México no saldrá de donde está con el pésimo nivel educativo que tenemos. Y agregó que un país culto difícilmente será pobre; en cambio, una nación inculta fácilmente será miserable. Aplaudió que los cuatro candidatos a la Presidencia de la República resalten, al menos en sus discursos, la relevancia de ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo de México. Confió en que gane quien gane cumpla su palabra de dar impulso y mayores recursos al sector. La ciencia y la tecnología no eran parte del diseño de gobierno. Hoy nos hablan al revés. Ya no sólo de una subsecretaría del ramo (que desapareció durante el sexenio de Vicente Fox), sino en términos de una secretaría de Estado, inclusive un candidato ya tiene al titular de esa dependencia. Los mexicanos debemos tener el olfato para elegir (al aspirante) que habla con franqueza. A una semana de dejar el cargo, Menchaca ofreció una conferencia con representantes de los medios de comunicación en la que habló de tópicos relacionados con el sector científico: la falta de inversión, la escasez de oportunidades para los jóvenes, el bajo número de doctores que se gradúan cada año en el país, el aparente interés de los aspirantes presidenciales por impulsar el desarrollo científico y tecnológico, la nula participación de la iniciativa privada, así como los problemas de jubilación que enfrentan los investigadores. Otra muestra del desdén hacia el sector que ha mostrado la administración federal fue que el Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico –establecido en la Ley federal de Ciencia y Tecnología, cuya función es dictar la política en la materia– durante el actual sexenio sólo tuvo una sesión, no obstante que por norma debe reunirse dos veces al año. Este organismo es presidido por el titular del Ejecutivo y participan los secretarios de Relaciones Exteriores, Hacienda, Medio Ambiente, Energía, Economía, Agricultura, Educación, Comunicaciones, Salud, el director del Conacyt y representantes de organizaciones académicas. Las empresas nacionales aún no tienen la capacidad de emplear a los cuadros mejor preparados del país (posgrados) debido a que son pequeñas en su mayoría. Por ello, dijo, el Estado debe crear centros públicos de investigación para que el trabajo científico apoye a estas empresas y una vez que hayan crecido puedan contratar maestros y doctores. Otro problema es que México produce muy pocos doctores, unos 3 mil anuales, número muy bajo; sin embargo, sólo hay capacidad para emplear a un tercio. En el tema jubilación explicó que se echa la culpa a los investigadores de que no quieren retirarse porque perderían gran parte de sus ingresos económicos. Resaltó que se trata del sector más preparado del país y por ello tiene que hacerse un esfuerzo mayor, que no implica mucha plata para un país con reservas grandes. Añadió que se tendrá que atender este conflicto para que los científicos tengan jubilaciones dignas. En cuanto a los logros de su gestión al frente de la academia resaltó que rompió récord en becas otorgadas a jóvenes participantes en el Verano de la Investigación Científica, se concretó la regionalización del organismo y la entrega de los Premios de Investigación de la AMC.

viernes, 4 de mayo de 2012

LA COCINA DEL DIABLO

“La cocina del Diablo” de Héctor Díaz-Polanco
Víctor Flores Olea 30/04/2012 Hacía mucho tiempo que no leía un libro de análisis político tan cuidadoso, tan bien escrito, en muchos aspectos tan apasionante, que encierra un largo trabajo de investigación, y una reflexión a fondo sobre las implicaciones políticas y culturales a corto y largo de la elección presidencial de 2006. Este estudio de Díaz-Polanco sobre el fraude electoral de entonces, lo lleva a penetrar en algunos aspectos claves de la política en México y a presentarlos como inevitable aspecto de nuestro semblante político, aunque no guste a muchos. En cambio para otros, que quisiéramos vernos sin disimulos, el libro de Díaz-Polanco resulta fascinante, incluso porque muestra ese pragmatismo sórdido de nuestro tiempo (y de nuestros políticos) que, con todo cinismo, canjean valores morales y culturales por dinero y prebendas. Un aspecto que contribuye a la calidad del libro es la de traer a juego y rescatar la presencia de ciertos “héroes” de las letras universales que iluminan lo dicho. Nada más faltaba que la sonrisa de telenovela de Peña Nieto fuera lo último que nos quedara en la elección de este año. Parece que vuelve Kafka (estuvo presente en el 2006, y estará en primera fila en el 2012) para presidir nuestro destino manifiesto en más de un aspecto. Mencionemos en primer término, el carácter sacrosanto de la ley que los funcionarios e instituciones dicen respetar a toda costa y que, en verdad, en la historia del país, han convertido en sus contrarios: la justicia, la verdad, la elemental lógica, la voluntad popular, el destino de la nación…, son negados y traicionados y ante esto no hay recursos eficaces: ni siquiera el Tribunal (de la ley) porque este apenas le devuelve al ciudadano una “sonrisa obscena”. Además porque de las instituciones sólo podemos esperar “una cadena arrolladora y caótica de actos de corrupción” (nos dice el señor K, protagonista de El Proceso, de Kafka). Claro, parece que “hay la opción de no dirigirse al Tribunal en los mismos términos del desdichado K” –nos dice Díaz Polanco– y es a esto que apostó Andrés Manuel López Obrador en el 2006, con el resultado conocido. De todos modos, El Proceso kafkiano “ilumina una contradicción (profunda) entre verdad-justicia y ley…”, es decir, para la maquinaria del tribunal (las instituciones) “la ley sólo significa un mecanismo que no se compromete con la sustancia de ninguna verdad, (es) una máscara vacía, una voz sin sujeto”. Slavoj Zizek sostiene que el rasgo distintivo de la ley “es que no hay ninguna verdad sobre la verdad, (es) una mera apariencia, un semblante, la ley es necesaria sin ser verdadera”. Y más adelante, todavía “La necesidad de la ley y la verdad de la justicia se oponen o no se implican mutuamente”. Como es obvio, en esta intuición del carácter profundo de las instituciones y de la ley anida el núcleo posible del despotismo, los posibles tentáculos de la dictadura. Bajo esta sombra ominosa en que se desarrolló el proceso electoral de 2006, Héctor Díaz-Polanco nos narra con detalle la guerra sucia y las operaciones ilegales del presidente en turno, Vicente Fox Quezada, operando en la sombra (no tanto) el desafuero de López Obrador, las acciones más que dudosas del IFE y del TEPJF. Un ejemplo, entre muchos otros: la comparecencia del presidente del IFE Juan Carlos Ugalde declarando triunfador a Felipe Calderón, y la comparecencia pregrabada, segundos después, de Vicente Fox, prácticamente con la misma declaración y en los mismos términos. Naturalmente, durante las campañas electorales no se hizo esperar una tormenta de injurias e invectivas en contra de López Obrador, todo bajo la mirada distraída del IFE que no se atrevió a llamar la atención ni a organizaciones empresariales que se habían lanzado ilegalmente a la contienda, ni al presidente Fox que era el campeón de una de las arbitrariedades más espectaculares en la historia política de México. Una de las secciones más interesantes del libro de Díaz-Polanco es, sin duda, el análisis de los “científicos” (de la UNAM, casi todos ellos) sobre los resultados de la elección, que para la mayoría estuvo preñada de manipulaciones perfectamente ilegales, inclusive la intromisión en los paquetes electorales en una dimensión imposible de precisar. Es decir, el escrutinio de la elección presidencial de 2006 estuvo también a la vista de especialistas-científicos de la UNAM, y sus resultados no son de ninguna manera favorables a las instituciones encargadas de la legalidad de la elección, como el IFE. Uno de los resultados más interesantes de esta revisión de las conclusiones de los científicos-universitarios es el hecho de que, con mucha probabilidad, la transferencia de votos en favor de Felipe Calderón se hizo a costa de Roberto Madrazo (candidato del PRI), y no necesariamente de López Obrador. Y es que de Roberto Madrazo, en caso de que se hiciera transparente la maniobra, difícilmente podría esperarse una reclamación “fuerte” como hubiera sido el caso con López Obrador. Había también la posibilidad fácil de la negociación política con el PRI, para calmarlo. La participación de Elba Esther Gordillo, según estos análisis, se concretó más a advertir sobre la dimensión de la necesaria transferencia cibernética, para el triunfo de Calderón, en vista de su nutrida red de informantes a través del territorio nacional. Se trató pues, en conjunto, nos dice Díaz-Polanco, de un gran fraude que se hizo en parte “a la antigüita” y en parte con instrumentos de la más avanzada cibernética. El autor culmina su libro recordándonos el carácter cínicamente oportunista de una serie de intelectuales que apoyaron públicamente, en los términos más baratos posibles, el triunfo de Felipe Calderón, en tanto que otros intelectuales y hombres de ciencia del país denunciaron valientemente el fraude y sostuvieron la necesidad de afinar la elección contando otra vez “voto por voto”.